Ser una niña venezolana y tener que migrar



“Alrededor del 50% de las y los niños venezolanos migrantes, solicitantes de asilo o refugiados en Ecuador, Colombia y Perú no estaba matriculado en la escuela”.

 

Por: Gabriella Fioramonti

Gerenta de Movilidad Humana en la ONG Plan International

Publicada en la edición impresa de La República el 15/12/2020

 

Son millones las niñas refugiadas y migrantes que sufren la vulneración de sus derechos fundamentales debido a la crisis venezolana. Al día de hoy, el Perú es el segundo país de Latinoamérica que ha recibido el mayor número de refugiados y migrantes venezolanos: más de 1 millón de niñas, niños, mujeres y hombres.

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En este escenario, uno de cada cuatro niñas y niños, que se ven obligados a abandonar su país, lo hacen solos o separados de sus padres. Viajar no acompañada, sobre todo para una niña, significa tener que enfrentar, a lo largo de toda la ruta migratoria, diferentes formas de violencia, y exponerse a ser víctima de redes de trata de personas y explotación sexual o laboral.

Ser una niña venezolana es estar expuesta a la exclusión y discriminación; sin tener acceso, en muchos casos, a servicios básicos esenciales.

El ideal de una sociedad justa es garantizar los derechos de todas las niñas y niños, para que accedan a un futuro en igualdad de condiciones: salud, educación y protección son derechos fundamentales que tenemos que asegurar para ellas y sus familias; así como para todas y todos los peruanos. Nos tiene que hacer reflexionar que, ya antes de la pandemia de COVID-19, alrededor del 50% de las y los niños venezolanos refugiados y migrantes en Ecuador, Colombia y Perú no estaba matriculado en la escuela.

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Para cada niña y adolescente, estar integradas al sistema educativo significa acceder a oportunidades de desarrollo personal y de generación de recursos; no depender de relaciones forzosas o no deseadas y poder prosperar en un entorno seguro para ellas y las generaciones futuras.

Entre los retos que enfrentan los padres migrantes y refugiados, el acceso al empleo influye directamente en la situación de vulnerabilidad que vive la niñez migrante. Desde el inicio de la crisis sanitaria, las oportunidades laborales han disminuido drásticamente; debido también a la xenofobia y discriminación.

Para garantizar la sobrevivencia y el futuro de estas niñas, niños y adolescentes necesitamos considerar a esta población en los planes de respuesta a la crisis sanitaria e integrarla en la pluricultural sociedad peruana.

Es por esto que, desde Plan International, reafirmamos el compromiso de nuestro trabajo en el marco del Día Internacional del Migrante: para mantenernos vigilantes sobre la realidad de miles de niños y niñas refugiados y migrantes en nuestro territorio y empezar a ver la migración como algo que puede aportar positivamente a la recuperación económica del País. Juntos y juntas podemos construir una sociedad más justa e igualitaria.